Aguascalientes, Ags.- A finales del siglo pasado y en especial durante la presidencia del señor Carlos Salinas de Gortari, México entró en el mundo del neoliberalismo económico. La abrupta entrada en el TLCAN significó un paso hacia adelante en un mundo que le era casi desconocido y en el cual no hay marcha atrás. A trompicones y con un duro aprendizaje, el país está inmerso en este proceso de integración globalizadora, que no solamente comprende lo económico, si no que de manera relevante incluye lo político y lo social.
La corriente neoliberal busca básicamente que el gobierno sea únicamente un facilitador en los procesos de desarrollo, dejando mano libre al capital en el manejo de los asuntos económicos, para lo cual requiere bajo costo de la mano de obra calificada, flexibilidad en el mercado laboral, desregulación de los controles estatales, desaparición de los monopolios tanto gubernamentales como privados y mano de obra altamente calificada en los aspectos tecnológicos. Los brazos ejecutivos de esta corriente de pensamiento son el Fondo Monetario Internacional(FMI), la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que con sus políticas y recomendaciones a los países que desean o se les obliga a entrar a este sistema, obligan al buen desempeño del modelo a través de la férrea obediencia de sus respectivos gobiernos.
La primera de las condicionantes, la que se refiere a la no participación del gobierno en el proceso económico, si bien mucho se ha avanzado en México, aun queda tarea por hacer en la disminución de las intrincadas reglamentaciones burocráticas que durante largo tiempo han regido la actividad económica y que junto con las fronteras cerradas, han constituido un pesado lastre en la dinámica empresarial. Las reglamentaciones y manera de operar de las dependencias oficiales son herederas de las viejas prácticas de la burocracia colonial, así como también la propensión a la corrupción como modo de operación. Se ha avanzado en este sentido de la agilidad y transparencia, pero también faltan cosas por hacer en áreas como la de concesiones de obras y compras de alto volumen en las dependencias de gobierno. Recordemos el escándalo de las compras del IMSS y la concesión de La Estela de Luz. Este estilo de manejar el dinero público, como si fuera algo propio del funcionario en turno, ha sido algo tan arraigado en la cultura de gobierno, que el nuevo presidente tendrá que empeñarse seriamente si desea lograr avances en este aspecto.
En lo que toca al mercado laboral, la reforma que recién se ha aprobado en la Cámara de Diputados con el voto del PRI y el entusiasmo del PAN, tiende a satisfacer una clara petición de los organismos internacionales, en el sentido de flexibilizar la relación patrón-trabajador y por supuesto con ventajas para el primero e incertidumbres para el segundo. El binomio PRI-PAN conservó, seguramente a petición del PRI, la vieja estructura clientelista y de secrecía en el manejo de las finanzas sindicales y en el proceso de elección de sus dirigentes, no en balde las estructuras corporativistas del partido tricolor representan un sólido bastión donde se cosechan votos incondicionales. A la clase trabajadora pareciera ser que la han colocado en una situación débil y fácilmente manejable, cosa que es otra manera de denominar a la tan buscada flexibilización en las relaciones laborales.
Si bien es cierto que las leyes que rigen las relaciones de trabajo tienen al menos cuarenta años de vigencia y hasta de obsolescencia, que se han prestado a corruptelas, esta poco afortunada reforma ha procurado conservar hasta lo último los aspectos negativos, si acaso dándoles una leve retocada y abriendo la puerta a nuevas condiciones que no parecen beneficiar al trabajador.
Una condición que va a ser muy difícil de cumplir es la que se refiere a la existencia de los monopolios gubernamentales, que puede verse desde otro punto de vista como la intromisión del gobierno en actividades propias del sector privado, me refiero a la CFE y a PEMEX. Empresas ambas en el ramo del sector energético y por lo mismo muy apetecibles para los grandes inversionistas, y que quizá en breve se verán asediadas por parte de grupos extranjeros y nacionales deseosos de participar en ellas. Aquí el problema que se le presentará a EPN es que dar entrada a estas posibles ofertas iría en contra del corporativismo sindical, que como ya dijimos es un pilar de su partido, siendo las consecuencias fáciles de prever. Otro duopolio que es tan evidente que no se puede soslayar, es el que componen las dos grandes cadenas televisoras. Los gigantes de los medios de los EEUU sin duda tendrían fuertes deseos de participar en este campo de negocios; lo interesante va a ser qué reacción va a tener el gobierno ante posibles peticiones de participación extranjera.
Por último, la educación de calidad, la que permite formación de técnicos e ingenieros de alto nivel solamente es posible cuando se tiene una educación básica de excelencia. Los resultados de la prueba PISA han demostrado el bajo nivel de la educación en México, y lo que es más peligroso, una clara tendencia a ir decreciendo, lo que habla de un muy grave problema que le va a impedir al país insertarse en los niveles requeridos por los organismos internacionales ya mencionados. Esta es una situación que podría tener solución a mediano plazo, ya que no es de medidas cuyos resultados sean inmediatos y que van a requerir de toda la fuerza y el poder de negociación del nuevo presidente; enfrentarse al sindicato de la maestra Gordillo no es cosa fácil. Quién sabe qué concesiones tenga que hacer y que seguro irían en la línea de incrementar su presencia política, fortaleciendo un poder que puede llegar a ser alterno.
Como se puede ver con facilidad, la entrada de tiempo completo en el modelo neoliberal es un paso que difícilmente tiene retroceso y cuyos costos pueden ser de incalculable costo. En cierto modo es como vender el alma al diablo. |
