Aguascalientes, Ags.-
Una de las manifestaciones más evidentes de la globalización la acabamos de ver en días pasados, cuando el Secretario General de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), el señor Ángel Gurría, se entrevistó con el presidente electo Enrique Peña Nieto para entregarle un documento llamado “Los Desafíos de las Políticas Pública de México”.
Este documento pertenece a una serie de estudios llamados “Buenas Prácticas” que elabora la organización que dirige el señor Gurría y con las cuales les dan a los países miembros las directrices económicas a seguir, según el modelo neoliberal en su más pura acepción.
Es de llamar la atención que este documento le sea entregado a EPN antes de tomar la presidencia y en el momento en que seguramente sus colaboradores están preparando el plan de trabajo para su sexenio. Que el señor Gurría se tome la molestia de apersonarse en México y tener una reunión con el nuevo presidente es indicativo de que le ha dado las directrices para su gobierno, mismas que tendrá que seguir a pie juntillas si quiere gozar de la confianza de las grandes instituciones financieras mundiales.
En la introducción al estudio, se dice que la nueva presidencia tiene la gran oportunidad de acelerar la economía para conducir a México a altos estándares en el concurso mundial. Que las condiciones están dadas para incrementar la competitividad en el sector manufacturero, lo que significaría un aumento en la riqueza y una mejor distribución de la misma. Para lograr lo anterior deberá enfrentar una serie de desafíos estructurales de gran calado, pero que deberán modificarse si se quiere incrementar la productividad. Estas metas que le han pedido -sugerido- al nuevo presidente, implican una serie de profundos cambios en las áreas económicas, políticas y sociales, cuya raigambre es profunda y de muchos años, que seguramente le van a costar fuertes dolores de cabeza, pero que de ninguna manera va poder evitar.
El documento es tan amplio que solamente me referiré a algunas de las recomendaciones y sus repercusiones.
La primera es la del gasto público social, a saber. 1) Aumentar el gasto social, para acercarse a lo que invierten otros miembros de la OCDE, lo que significa mayores inversiones dirigidas a los sectores más pobres de la población 2) Aumentar las medidas para crear oportunidades de trabajo en el sector formal 3) Aumentar la productividad y calidad de los servicios de salud 4) Mejorar la calidad de la educación.
A partir de la mitad de la primera década del presente siglo, se incrementó de manera notoria el número de pobres en México, pasando del 35% al 46% (52 millones), que junto con la elevada tasa de mortalidad infantil (tres veces el promedio de la OCDE), y la enorme desigualdad en el reparto de la riqueza, en la que el 10% más bajo de la población percibe únicamente el 1.3% del ingreso y otro 10% más alto recibe el 36%. Estas son cifras que obligarán al próximo presidente a tomar medidas radicales, lo que significará destruir privilegios y deshacer cotos de poder económicos y políticos, muchos de los cuales le podrían haber ayudado a llegar al poder y con los que no va a poder o querer lidiar.
Otra área de acción que le ha sido presentada al nuevo mandatario se refiere a la competencia y el combate a los monopolios públicos y privados. Destacan la falta de competencia y la excesiva regulación, que han ha sido una pesada carga y han contribuido a las disparidades en el ingreso, facilitando si es que no impulsando, la concentración de la riqueza en pocas manos. La lista de recomendaciones es la siguiente 1) Fortalecer y verdaderamente implementar la ley federal de competencia, ya que parece que su actuación ha sido incierta y hasta punto tibia y con sospechas de parcialidad. 2) Garantizar una verdadera lucha contra la colusión en las adquisiciones públicas, con leyes que impidan y castiguen estas prácticas, tan comunes en los organismos públicos. 3) Reformar el manejo corporativo de las empresas públicas, muchas de las cuales son monopolios y en cuyos consejos de administración se encuentran políticos sin calificación para ello.
Las recomendaciones continúan, pero todas van en la misma línea de profesionalización y veracidad. Por último, y a mi parecer, uno de los factores más importantes es el de la educación. La forma por excelencia de medir la calidad del trabajo realizado en esta área es la tan mencionada prueba PISA de la OCDE. En esta prueba los resultados han sido mediocres y lo más alarmante es una posible tendencia hacia decrecer. Y considerando que la calidad de este importante factor en la competitividad es determinante, se puede afirmar que mientras no se realicen verdaderas reformas en el sistema educativo, México no estará a la altura de país desarrollado. Las recomendaciones hechas a EPN son las siguientes 1) Ampliar la cobertura y elevar la calidad de los docentes que la imparten, lo que significa formación profesional y mejoras en la pedagogía empleada. 2) Fortalecer el sistema de educación y formación profesional, fomentando la colaboración entre empresas, sindicatos y las instituciones educativas, para ayudar a formar adecuadamente a los estudiantes y que con mayor facilidad se integren a la vida laboral. 3) Reformar el financiamiento a la educación superior, apoyando a los estudiantes de escasos recursos para que puedan estudiar, todo esto dentro de un marco de absoluta transparencia en el manejo de los recursos.
Lo que he mencionado es solo una pequeña parte de la larga lista de recomendaciones hechas a EPN, que seguramente tratará de implementar. Muchas verdaderamente le van a costar sangre; sus propios correligionarios y empresas que lo han apoyado tratarán de impedirlo. Veremos que tan fuerte es el compromiso con México y el deseo de servirlo honestamente. |
