Aguascalientes, Ags.- En política hay momentos en que, desde el punto de vista histórico, importa más la preservación del legado que los resultados electorales y en un instante hay que elegir entre opciones complejas. Al PAN parece haberle llegado ese momento de enfrentar tal disyuntiva y los términos son concretos: ¿cuál de las alternativas en contienda le asegura al presidente Calderón, a la candidata Vázquez Mota y a su propio partido una mejor valoración de lo que el PAN ha hecho estos doce años en el poder y su propia viabilidad política?
El triunfo del PAN en 2000 supuso fundamentalmente haber conseguido lo que en el siglo pasado nadie se atrevía a imaginar que era derrotar al PRI mediante un proceso democrático. Se pudo, y el balance de lo que han hecho sus dos gobiernos deberá producirse con distancia, equilibrio y justicia, y esto es algo que le conviene a Calderón y a los panistas no solo por razones históricas sino por otra de tipo práctico: una mejor apreciación de su trabajo en los años por venir aumentará sus condiciones competitivas en las siguientes elecciones legislativas de 2015 y las presidenciales de 2018.
Pongámoslo de la siguiente forma. En muchos sentidos, si bien con logros relevantes como la reducción de las cifras de pobreza y la creación de la legislación e instituciones relacionadas con el acceso a la información, la presidencia de Fox fue un fracaso, pero, bien vista, la herencia de Calderón contrasta claramente con la de su antecesor. Mantener la estabilidad macroeconómica en un contexto internacional tan delicado, la mejor recaudación fiscal a consecuencia de la reforma de 2007, la cobertura en salud, la correción al sistema de pensiones y, eventualmente, lo que el análisis frío diga con el tiempo acerca de la estrategia de seguridad, son logros no menores.
Por tanto, los panistas quizá deban examinar la realidad en una perspectiva más amplia y, aunque pierdan la Presidencia, hacer lo inteligente para seguir siendo un partido nacional fuerte si tiene claras sus prioridades y toma las decisiones correctas.
Ante una situación electoralmente desventajosa para su partido, Calderón tiene la opción de que su lugar en la historia contemporánea sea el de un político pragmático y con sentido de estado, y Josefina preservaría buena parte de su capital político, que no es poco, y tendría asegurado, sin duda, liderazgo e influencia reales de cara a su partido, al país y a las siguientes elecciones.
Y para alcanzar esos objetivos, la alternativa que puede garantizarles a ambos las condiciones políticas e institucionales para una relación leal y que facilite su recomposición futura está sólo con un gobierno del PRI. Dicho con claridad: si una porción de los panistas quiere preservar su legado como partido en el poder y su sobrevivencia como partido competitivo hacia el futuro, su voto útil debiera ser hacia el candidato del PRI.
Decisión compleja, sin duda. Pero eficaz. |