2012-04-27
Aguascalientes, Ags.- En la vieja tradición de la política mexicana, es decir hasta los años setenta del siglo pasado, las herramientas para hacer un gobierno más o menos eficaz eran la sagacidad, la intuición o el olfato. Aunque éstas siguen siendo virtudes políticas útiles, ya son claramente insuficientes en una coyuntura mucho más compleja, que es necesario comprender si no se quiere fracasar.
Esa es una de las razones que explican la abundancia de propuestas dirigidas a los candidatos presidenciales que, si bien han proliferado durante los años de la alternancia en la forma de distintos ensayos y libros, ahora han aparecido con mayor intensidad en esta estación electoral. El fenómeno, aunque desigual, es sano porque refleja una producción intelectual importante y porque, si se toman en serio la tarea, puede y debe ser de enorme utilidad a quienes gobiernen.
En suma, la moraleja es obvia: estudiar, comprender, pensar, planear y actuar sigue siendo la secuencia inteligente a la hora de decidir qué hacer en política.
Pienso por ejemplo en el que, en mi opinión, es el mejor documento técnico sobre las prioridades del desarrollo nacional: Mexico. A comprehensive development agenda for the new era , un estudio de casi 800 páginas editado en 2000 por el Banco Mundial que formula diagnósticos, aporta información sofisticada y propone soluciones en un abanico de políticas públicas, que van de la descentralización a la biodiversidad, la educación o la vivienda, y que sigue siendo de una impecable actualidad. Ese mismo año salió un esfuerzo confeccionado por algunos especialistas en prospectiva, México 2030. Nuevo siglo, nuevo país (FCE), que si bien disparejo en calidad, enfocó con puntualidad los efectos que tendrán en estos años las distintas transiciones, en especial la demográfica y social.
O bien México 2025: el futuro se construye hoy (2006), realizado por el equipo del CIDAC y muy orientado a los dilemas del crecimiento, la educación y la relación de México con el mundo. En la misma línea, Pensar en México (FCE, 2006), escrito por académicos estupendos como Fernando Escalante, Claudio Lomnitz o Carlos Elizondo, se planteó “revisar los frenos que atascan el camino a la modernización mexicana”.
Y tan recientemente como este año se han publicado dos libros relevantes: Construyendo el futuro de México. Propuestas de políticas públicas , de un grupo de investigadores del Tec de Monterrey, y Futuro para todos. Acciones inmediatas para México, un texto coordinado por el Cenntenial Group, también con propuestas sugerentes. Y así un largo etcétera de otros autores.
Lo destacable de esta producción es que todos abordan los mismos temas, que coinciden en cierta medida en las reformas prioritarias necesarias, que incluyen gran cantidad de información de calidad y datos duros y que, al final, sugieren que no hay demasiado que inventar y no tiene sentido discutir hasta la eternidad por dónde orientar la toma de decisiones.
Y volvemos a la vieja lección: ideas sin acción conduce a la esterilidad, pero política sin ideas a la barbarie.