OPINIÓN

Dos comunicadores que buscaron afanosamente la Verdad

2024-04-26

Pocas veces vemos en el mundo del Periodismo a dos comunicadores que dejaron de lado “el qué dirán” para ir tras la Verdad.
Ellos son el periodista alemán Peter Seewald (nacido en 1954 en Bochum) y el comunicador italiano Vittorio Messori (nacido en Sassuolo en 1941).

El primero se afilió a diversos grupos marxistas-leninistas alemanes de los años sesenta. Y Messori procedía de centros de formación masónicos teniendo como bandera las ideas de la Ilustración de la Revolución Francesa en la que se consagra a la “diosa razón”. Y posteriormente, se convirtió en un ferviente seguidor del Positivismo, corriente de pensamiento fundada por Auguste Comte, que proponía que la Religión estaba superada y que el hombre se encontraba en un estadio superior.

Seewald funda un semanario de extrema izquierda y evita todo contacto con la Iglesia Católica. Posteriormente, en los años ochenta, fue nombrado director del  semanario “Der Spiegel” (El Espejo), luego fue reportero de “Stern”. En 1990, se pasó a la revista del diario “Suddeutsche Zeitung”.

Cuando sus colegas en los medios de comunicación donde había trabajado se enteraron de que Seewald estaba en plena búsqueda de Dios, de inmediato surgieron las críticas; dijeron que: “se trata de un trastorno mental”, “perdió la sensatez”, “terminará en una clínica psiquiátrica”… pero Seewald -consciente de su decisión- no les hizo caso ya que realmente buscaba la Verdad.

Cierto día, cuando el Cardenal Joseph Ratzinger era Prefecto de la Doctrina de la Fe en la Santa Sede, durante el Pontificado de Juan Pablo II, este periodista tuvo el acto de audacia de telefonear al Cardenal para solicitarle una larga entrevista.

Su sorpresa fue mayúscula cuando Monseñor Ratzinger se puso personalmente al teléfono y de la manera más cordial aceptó la cita. Y no sólo eso, sugirió tenerla en el castillo de una orden de religiosos, para no tener interrupciones.

Luego, tuvieron otra larga entrevista y de ella surgieron los libros “La sal de la tierra” y “Dios y mundo”. Cuando leí este par de publicaciones, me impresionó el tono que le dio Seewald a la larga entrevista. Sus preguntas parecían ”bombas” o granadas lanzadas al Cardenal, y se notaba que su actitud de francotirador eran recuerdos de los cuestionamientos que se había hecho contra el Cristianismo desde que era un joven comunista.

No esperaba las respuestas de Ratzinger llenas de serenidad, ecuanimidad, y con un sentido lógico impresionante, propias de un maestro universitario al que le había tocado lidiar con jóvenes comunistas exaltados, como los había en varias universidades alemanas.

Recuerdo que le soltó la pregunta capciosa:

-Monseñor, si usted se dice cristiano, ¿cómo es posible que no conozca a fondo a la Santísima Trinidad?

Con una sonrisa y de modo muy amable, le contestó:

-Pero Peter, sólo Dios puede conocerse a sí mismo. Si tú o yo conociéramos a fondo a Dios, seríamos otros “dioses”, lo cual es un contrasentido.

En ese período de tiempo, el entrevistador Seewald fue estrechando lazos de amistad con el Cardenal. Y al terminar, le pidió que fuera su director espiritual para prepararlo a un buen retorno a la fe.

Después de estas entrevistas, el periodista alemán se convirtió en un biógrafo del Papa Benedicto XVI y presentador de un importante libro del Papa: “La Luz del Mundo”. 

Vittorio Messori: la metamorfosis de un intelectual de izquierda

En sus memorias, Messori reconoce que vivía como si Dios no existiera, como si la fe fuera algo indiferente o ajena a él.

Procedía de la anticlerical región italiana Emilia-Romagna y tanto la formación recibida de su familia como su educación académica se oponían abiertamente a la existencia de Dios. Y concluyó que toda la formación catequética recibida en su infancia eran leyendas o meros cuentos de niños.

Pero cierto día, en la universidad de Turín, un catedrático les encargó a todos los que llevaban la misma materia, un ensayo sobre “Pensamientos” del filósofo y científico Blas Pascal.

En ese texto, Pascal citaba numerosos pasajes de los Santos Evangelios. Messori se resistía -por sus prejuicios- a consultar el libro sagrado que tenía desde hacía años en su pequeña biblioteca. Sin embargo, esa actitud cesó al tomar la firme determinación de que debía ignorar “el qué dirán” de sus conocidos (profesores, colegas, familiares) y ser honesto en su trabajo de investigación, pues se percató de que, ante todo, tenía que encontrar la Verdad en ese libro fundamental.
Así que comenzó a tener una lectura meditada, con calma, y se dio cuenta de que una fuerza interior le estaba pidiendo que hiciera un examen sobre su vida y pusiera en claro sus errores y aciertos. Lloró por sus faltas a Dios. “Todos mis prejuicios, mis argumentos contra la fe estallaron en mil pedazos. Fue una experiencia tremenda y dulce a la vez”, confiesa Messori, y desde entonces no tuvo ninguna duda de fe.

Había ocurrido dentro de él una metamorfosis interior. En adelante, se dedicó a difundir el Cristianismo, y escribió libros como: “Las Leyendas Negras de la Iglesia”, y “Cruzando el umbral de la esperanza”, una interesante entrevista al Papa Juan Pablo II.

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