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Sobrevivir al COVID, rescatando la Economía

2020-09-09

Aguascalientes

Me sorprendió, en una reciente visita a Aguascalientes, ciudad que tanto quiero por muchas razones, descubrir que muchas personas en la calle y en las plazas circulaban sin cubre bocas y sin guardar una sana distancia. Entiendo que esa ciudad no tiene el número más elevado de casos de COVID-19, en relación a otras del país, pero la prudencia, el respeto a uno mismo y a los demás, nos debe llevar a tomar las precauciones necesarias para que México pronto quede libre de esta pandemia.
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¡Por fin! ¿Cuántas veces nos lo han dicho? ¿Cuántas veces para encontrar, incluso al día siguiente, que el semáforo vuelve al naranja o al rojo y se refuerzan las disposiciones para impedir la difusión de la pandemia?... Y no es sólo en México: muchos países han debido reajustar sus estrategias conforme vamos descubriendo las características del COVID-19.

Francis Fukuyama, en su último artículo (Foreign Affairs, Jul/Aug 2020) (2) hace una interesante comparación entre el COVID-19 y el Ébola que se presentó en 1976 en Sudán y la República Democrática del Congo, notando que el Ébola es más letal, pero sus víctimas fallecen pronto lo cual limita su contagio. En cambio, el COVID-19 tiene características opuestas: menos mortal y casi invisible, pero su difusión ha sido notablemente mayor.

El COVID, menos letal que el Ébola, pero con mayor duración del período de contagio

Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirman estas observaciones. En los 25 brotes de Ébola detectados por la OMS entre 1976 y 2016, se presentaron 31,033 casos y 12,913 fallecimientos. Aunque hubo algunos contagios en Europa, Estados Unidos y América Latina, su número fuera de África fue muy limitado.

En cambio, de fines de 2019 al 7 de septiembre de 2020, el COVID-19 registra 27’033,019 casos confirmados en todo el mundo y 881,465 fallecimientos (3). En el caso de México los datos son 637,509 casos confirmados de contagio y 67,781 fallecidos. Aun si las cifras reflejan de manera imperfecta la extensión de ambas pandemias, es innegable que el COVID-19 es de mucho mayor difusión y puede ser más difícil de erradicar.

El COVID-19, además, exhibe síntomas similares a otras formas de gripe, que aparecen tardíamente o pueden no presentarse y es posible que los casos parezcan ir en descenso cuando aún van en aumento, sobre todo si no se tienen medios de detección eficaces, aplicados con suficiente amplitud geográfica y poblacional, de manera regular y con la posibilidad –compleja– de identificar, rastrear y atender rápidamente a las personas que hayan tenido contacto con quienes lo contraigan.

Esa relativa “invisibilidad” del COVID y sus aparentes reducciones de casos llevan a algunos a desestimar sus riesgos; a otros la cuarentena les genera hartazgo; pero son la necesidad y los tremendos costos económicos del confinamiento la causa principal del relajamiento (o de plano abandono) de las medidas de precaución, dando lugar a continuos repuntes de contagios en todo el mundo.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió a principios de abril la otra dimensión de la crisis: enfrentamos la peor contracción económica desde la Gran Depresión de 1929 (4) y así lo confirman sus progresivos ajustes a la baja del pronóstico de crecimiento del Producto Interno Mundial, que el pasado 24 de junio estimó en -4.9% para el presente año. Y su efecto en México ha sido mucho más grave: el INEGI acaba de dar a conocer que en el segundo trimestre del año (abril a junio) el PIB sufrió una caída de 17.3% respecto al trimestre anterior (5). ¿Se puede revertir esta tendencia cuando seguimos rompiendo récords en el registro de contagios diarios?

Entre los modelos de recuperación de recesiones económicas, los expertos proponen los llamados V, U y W, por la forma que tomaría la gráfica del comportamiento del PIB. La V supone una caída rápida con una casi inmediata recuperación; la U una caída rápida con un período de estancamiento antes de iniciar la recuperación; la W recurrentes caídas y recuperaciones. Puesto que esta crisis mundial es en gran medida producto del COVID-19, la recuperación tenderá a mostrar un perfil W.

La experiencia internacional muestra que los países más eficaces en la lucha contra la pandemia han sido los que tomaron medidas inmediatas de confinamiento, uso estricto de cubrebocas, y aplicación de pruebas para detección temprana de contagios. Sólo cuando éstos se habían detenido empezaron a restablecer la actividad económica. A estas alturas, salvo que se presenten condiciones extremas, parece demasiado tarde para el confinamiento estricto en México, sobre todo por la delicada situación de nuestra economía y por las características sociales de nuestro país.

México no puede limitar la actividad económica, requiere de otras medidas para controlar la pandemia

Lo que México requiere es una solución distinta: reactivar cuanto antes la actividad económica pero adoptando medidas que impidan elevar los riesgos para la salud. La reactivación tiene un fuerte contenido social. Por la enorme dimensión de nuestra economía informal, es difícil saber cuántos mexicanos han quedado sin trabajo por la pandemia, pero se calculan en millones (6). En un país afectado por la desigualdad y la pobreza, donde la inmensa mayoría de la población vive al día es indispensable permitir a nuestra población trabajar en condiciones de seguridad ante la pandemia para el sostenimiento de nuestras familias? (7)

Más aún, no hay gobierno, del signo que sea, que pueda desempeñar sus funciones sin crecimiento económico. ¿De dónde surgirán sus ingresos? La lucha contra la corrupción debe darse (identificando culpables, sometiéndolos a juicio y recuperando los recursos) pero sus beneficios serían marginales. La austeridad, si no se aplica con certero bisturí, puede dañar instituciones, restar efectividad a la gestión pública y, sobre todo, acentuaría el actual ciclo recesivo. El financiamiento inflacionario (aumento artificial de la masa monetaria vía impresión de billetes) tiene altos costos sociales, económicos y políticos. El endeudamiento hipotecará el futuro de las nuevas generaciones. México vivió las desastrosas consecuencias de ambas medidas en el último cuarto del siglo pasado.

Hoy conocemos mucho más sobre las características del COVID-19 y podemos con mayor seguridad ir reabriendo la actividad económica bajo condiciones que impidan contagios. Ante la ausencia de una norma oficial, algunos sectores han empezado a establecerlas por su cuenta. Pero el esfuerzo debe ser nacional. ¿Tiene sentido abatir la pandemia en un estado o municipio y no se hace en las entidades vecinas? Y hacerlo bien requiere el apoyo, coordinación y recursos de las autoridades competentes: el gobierno federal, los estatales y municipales para poder formar grupos de trabajo integrados por los mejores epidemiólogos, científicos e investigadores del sector salud, así como representantes de las respectivas cámaras empresariales, de los empleados y de los obreros.

Enfoques sectoriales para controlar los contagios

Dado que las condiciones de trabajo varían de una actividad a otra, este esfuerzo debe adoptar un enfoque sectorial. Algunos son muy urgentes. Por ejemplo, el de autopartes genera altos niveles de empleo, enormes ingresos de divisas y es vital para México en el contexto del T-MEC recién entrado en vigor. Del sector de la construcción dependen un gran número de trabajadores (la mayoría eventuales que viven en la informalidad con bajísimos ingresos) y su actividad tiene fuertes repercusiones en la producción de materiales, la actividad inmobiliaria y en un amplio abanico de todo tipo de proveedores: ¿cuántos productos se requieren en una nueva casa, un nuevo hospital, una nueva planta industrial, una nueva oficina…?

Algunos sectores pueden reactivarse más fácilmente que otros. La educación ha encontrado medios para desarrollarse a distancia. Ciertos ramos de la actividad industrial altamente tecnificados, tienen menos obreros y sus operaciones de suyo requieren ambientes limpios, por lo que ofrecen mayores posibilidades de control y se prestan para adoptar medidas que permitan a sus trabajadores operar sin riesgos mayores. Pero la meta es llegar a todos los sectores, avanzando tan rápido como la seguridad lo permita.

Hasta ahora el nuestro gobierno federal parece haber seguido la fracasada línea de Estados Unidos en la lucha contra la pandemia (inicial negación, luego desestimar su gravedad, desestimar el uso de cubrebocas, y por último –contrariando el afán centralizador que se registra en el gobierno de ambos países– pasar la culpa a las autoridades estatales). Lo que se requiere es un espíritu de cooperación responsable ante un reto común, con las mejores prácticas ya conocidas (aplicar pruebas, utilizar cubre bocas, cuidar la sana distancia y la higiene) pero sobre todo identificar tecnologías apropiadas y diseñar soluciones que impidan los contagios en cada caso específico.

Hoy sabemos el COVID puede ir presentando variantes, que puede resurgir cuando se creía abatido, y sobre todo que existen condiciones para el surgimiento cada vez más frecuente de nuevos patógenos y pandemias que se podrán difundir rápidamente en el mundo globalizado de hoy y de mañana (8). Pero jamás debemos permitir que en México una contingencia similar vuelva a detener la actividad económica.

El “efecto Séneca”: la caída es de golpe, la recuperación es paulatina y lenta

Más aún, nuestra política exterior, que es mundialmente reconocida, podría promover iniciativas ante la Organización Mundial de la Salud (OMS), en conjunción con otros países y grupos de países del mundo.

Actuar hoy con la mayor celeridad es indispensable ante el terrible sufrimiento humano que ha causado el COVID, especialmente en la población más vulnerable, sin perder de vista el llamado efecto (o acantilado) de Séneca: las caídas son bruscas y temibles, los comienzos y progresos son lentos y difíciles (9). México debe actuar de inmediato y con eficacia para mejorar las perspectivas de nuestra recuperación económica y de la salud, además de asumir un liderazgo eficaz con el mismo propósito en la economía global.

(1)
Embajador de México en retiro.
(2) Cfr. “The Pandemic and Political Order”, Foreign Affairs, July/August 2020.
(3) https://covid19.who.int/table
(4) A la que llamó el Gran Confinamiento. Vid. https://blogs.imf.org/2020/04/14/the-great-lockdown-worst-economic-downturn-since-the-great-depression/
(5) Citado en: https://www.dinero.com/economia/articulo/proyecciones-de-pib-mundial-del-fondo-monetario-internacional/290500. México fue el tercero más bajo de los 30 países analizados, después de España y Francia.
(6) https://expansion.mx/economia/2020/05/07/desempleo-por-covid19-alcanza-hasta-8-millones-mexicanos
(7) Al respecto, ver: https://expansion.mx/economia/2020/03/23/mexicanos-viven-al-dia-mas-vulnerables-coronavirus
(8) Vid. Inter allia, Julio Frenk y Octavio Gómez Dantés, “COVID-19 y salud global: diez reflexiones”, Nexos, 1 julio, 2020.
(9) Vid. Séneca, Cartas a Lucilio, XCI. La frase textual dice: “Sería de algún consuelo para nuestra debilidad y la de nuestras obras si todas las cosas perecieran con la misma lentitud que se formaron; pero, tal como es en la realidad, los incrementos son de lento avance y la ruina es rápida”. El “efecto Séneca” fue propuesto por Ugo Bardi.

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