Juego real versus juego virtual

2017-04-17

Es frecuente escuchar cuando se habla con los niños acerca de cuáles son los juegos que más les atraen, que sean los de carácter virtual como los videojuegos en los dispositivos electrónicos, aún cuando están compartiendo momentos con sus amigos.

Podríamos decir que desde hace un tiempo, poco a poco, el juguete propiamente dicho está siendo desplazado por los juegos virtuales. Un ejemplo concreto, tomado entre otros, son los legendarios juguetes de bloquecitos para construir distintos objetos que, partiendo de la imaginación, el niño puede crear (autos, casas, camiones de bombero, prisiones, etc.).

Luego de un notable esfuerzo para armarlos, el niño obtiene una especie de “tesoro”, que está listo para ser protagonista de una historia creada por él, una trama lúdica. En los juguetes en general, siempre es el niño es el que determina esta trama, el escenario y los personajes. En éstos puede proyectarse, haciendo activo lo que vive pasivamente, es un “como si”, una manera de simbolizar algo.

El problema que se nos plantea en la actualidad es que los juguetes están entrando en un proceso de metamorfosis, están cambiando su esencia, están ingresando al mundo virtual, ya que los niños encuentran imágenes virtuales atrapantes de éstos tan sólo con encender un dispositivo electrónico. Así es que, pasa de ser el creador de la trama a un espectador casi pasivo en donde la escena, impermeable a la proyección, ya está determinada por otro, obturando la creación y la imaginación.

Debemos tener en cuenta que, estar interactuando con un dispositivo electrónico, sumerge al niño en un estado de quietud quedando, al mismo tiempo, expuesto a estímulos rápidos e intensos, como lo son los videojuegos, que le ofrecen respuestas inmediatas. Ante demasiada exposición es frecuente ver que comienza a desvanecerse el interés por cosas que son más lentas o menos intensas, presentando dificultades para soportar situaciones que no le brinden resultados en corto plazo. Esto es incapacidad de tolerancia a la frustración.

Por el contrario, cuando un niño juega a un juego real, como por ejemplo, saltar a la soga, jugar al elástico, jugar con muñecos, etc., con todo lo que ésta exposición conlleva, alegría, enojos, logros, frustraciones, reintentos, se está enriqueciendo.

Lo que es necesario destacar es que el problema no es el avance de la tecnología en sí misma, todo lo contario, sino, que ni el adulto, ni los niños en consecuencia, están pudiendo administrarla.

Resumiendo: Limitarle el uso de la tecnología al niño, tiene que ver con cuidarlo. Generalmente, ante esto queda en un estado de enojo, desasosiego y aburrimiento que será trabajo de los padres saber tolerar ya que es una instancia que abre la posibilidad a que el niño implemente sus recursos para crear algo nuevo.

* Paula Martino es licenciada en psicología, Magister en psicoanalisis por la Universidad de Buenos Aires, Argentina.