Esas palabras del Padre Cristóbal Magallanes y de Anacleto González Flores me hicieron recordar aquellos primeros siglos de la cruenta persecución contra el cristianismo en el Imperio Romano. Bajo el emperador Trajano, un obispo edificante, San Ignacio de Antioquía, fue condenado a muerte en Roma por ejercer su ministerio episcopal y predicar el Evangelio. Para aumentar más su sufrimiento físico y moral, el emperador decidió que se trasladara a San Ignacio caminando fatigosamente desde Antioquía hasta Roma. El viaje duró muchas semanas. Por su paso lo consolaban los cristianos de las comunidades de Grecia e Italia, pero él se mantenía imperturbable y con una enorme visión sobrenatural respondía: “Soy trigo de Dios. Es preciso que sea molido por los dientes de las fieras, para convertirme en pan inmaculado de Cristo”.
Desde entonces se ha dicho que “la sangre de los mártires, es semilla de los cristianos”. ¿Cómo comprender a una persona que se entrega al martirio por su fe? Humanamente no tiene explicación. Se requiere una gracia extraordinaria del Señor para aceptar todo tipo de sufrimientos, humillaciones y torturas hasta culminar con la muerte heroica por amor a Dios.
A lo largo de XXI siglos en la historia del cristianismo, son muchos los que han pretendido aniquilar la doctrina de Jesucristo, pero cada vez que ocurre esto, la Iglesia de Cristo siempre ha salido fortalecida, crece la fe con obras en servicio del prójimo y se multiplican los cristianos.
La película “La Cristiada” de ninguna manera pretende despertar o sembrar rencores, resentimientos o abrir viejas heridas, sino que es un planteamiento de un hecho real que ha ocurrido en la historia de México y que invita a la reflexión.
Por muchas décadas se ha pretendido acallar, silenciar o minimizar a través de los textos educativos, discursos políticos oficiales y algunos medios de comunicación, acerca de esta gesta en defensa de la fe de nuestro pueblo creyente.
Si leemos detenidamente los escritos de nuestros mártires cristeros siempre encontraremos algunas frases claves: la oración incesante clamando a Dios para conseguir la conversión de los que se dicen enemigos del catolicismo y, tener la grandeza de ánimo a imitación del Maestro, Jesucristo, para saber perdonarlos de todo corazón. Así como la petición porque su sangre derramada por Cristo sirva para fortalecer la unidad y la fe cristiana en las familias, en la sociedad y en las generaciones sucesivas de mexicanos.
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